30 de abril de 2018

Conversaciones con Haile, el otro (7)


Cuando Haile despertó era de noche y había luna llena. Había bebido tanto posh que le costaba trabajo recordar cómo terminó acostado debajo de una banca en la calle. Tenía todas sus cosas: dinero, teléfono, mochila, drogas. Y revisando su teléfono comenzó a recordar. “No me he olvidado de ti”, decía un mensaje. “Te amo, adiós”, decía otro. “Amor, te extraño”, decía uno más.


-Una de las cosas que te motivaba a escribir ha dejado de cautivarte –espetó Haile, el otro, mientras le estiraba la mano para ayudarlo a pararse-. Ahora con la distancia, ¿sabes qué pasó?


-No sé. Y no sé si haya dejado de cautivarme… No sé por qué ni de qué estaba totalmente cautivado. Pero ya no lo siento. Y, ¿sabes? Quiero sentirlo otra vez. Porque me siento vacío, no sin propósito, más bien cómo si necesitase estar cautivado por algo o por alguien para andar esplendido en la vida.


- ¿No estás enamorado? –cuando Haile, el otro, hizo esa pregunta, Haile buscó en su mochila la mota.


     Se forjó un porro en silencio, para nada nervioso.


-Hace unos meses que terminé de una vez por todas con “la mujer”, porque hasta ahora sólo ha habido una mujer –comenzó a decir Haile mientras se prendía el toque-. Recuerdo muy bien cuando estaba perdidamente enamorado de ella, no hacía más que imaginarme una vida a su lado. Pero al cabo del tiempo el momento clásico de la relación pasó y comenzó su declive en agresiones hasta culminar en violencia, no sin antes pasar por la locura que mal soporte durante mucho tiempo. En su momento clásico andaba esplendido, nada me faltaba y quería todo.


-Qué bueno que te alejaste de ella –dijo Haile, el otro, cuando Haile le pasó el porro-. Ahora, cuéntame de Ariadna. Ya no intentas nada, ni verla en persona ni hablar con ella…


-No –interrumpió Haile-. Ella es la representación de esta cosa extraña que necesito otra vez. Cuando estaba cautivado, ¿era por ella? Creo que no, porque ni si quiera la conocía. ¿Cómo puedo estar enamorado de lo que no conozco? Ella me pareció hermosa desde la primera vez que la vi y me motivó para un montón de cosas. Pero ahora no entiendo por qué no me cautiva más. Creo -y esto puedo decirlo gracias a la distancia, querido amigo- que no era tanto ella, sino mis deseos de una mujer compañera perfecta que me apoyara en todo, le gustara todo y fuera todo. Estaba buscando eso con tanto ímpetu que lo proyecté en una chica, pero jamás lo encontré. Es, pues, “la mujer imaginaria”, como los versos del poeta.


-Entonces, permíteme el atrevimiento de llamar a esto “amor” –comenzó a decir Haile, el otro-. La plenitud, el goce, la inspiración. Pero, ¡¿por qué has dejado de escribir, de participar, de querer?! –preguntaba subiendo el tono de su voz-. Has abandonado la filosofía, has abandonado la pasión intelectual, los debates, la provocación. ¿Por qué? ¿Qué eres ahora?


-No cumplo expectativas, no hay nada de raro en eso. No cumplo ni las expectativas que tengo de mí mismo. Ya no sé quién soy, ni qué quiero.


-Estás enamorado? –preguntó Haile, el otro-.


-También la extraño, amigo. Pero me falta mucho, en verdad mucho, para ser pleno. ¿Por qué?


-Porque has cambiado mucho. Yo mismo casi no te reconozco. Conócete bien, otra vez, para componer tu camino y volverte a enamorar como en los viejos tiempos. Creo sentir tu corazón, querido amigo, y todavía no te das cuenta de lo que ahora eres. No tengas miedo, que para conocerte debes seguir viviendo.
hailecontubernio@gmail.com
Compartir en:    Facebook Twitter Google+

0 Comentarios:

Publicar un comentario